Ahora, sin embargo, la historia ha cambiado. El Arsenal dejó sensaciones preocupantes ante el Udinese el pasado martes pese a lograr la victoria. Hoy, contra el Liverpool, y con gente como Arshavin, Van Persie, Nasri o Ramsey en la alineación inicial, el cuadro londinese no supo tejer el fútbol imaginativo y brillante que ha mostrado durante los últimos años.
La primera parte de los Gunners fue muy pobre. Wenger presentó una alineación en la que Van Persie, Walcott y Arshavin formaban el tridente atacante. A simple vista, el panorama gusta, pero una vez echó el balón a rodar, la situación cambió. El holandés bajaba mucho a recibir, por lo que no existía referencia arriba. Además, los otros dos compañeros apenas aparecían, algo que terminó por romper la dinámica de un Arsenal en el que sólo funcionaba Nasri, jugador que, curiosamente, tiene pie y medio en el Manchester City.
Ni siquiera Ramsey, que había sido de lo mejor del equipo durante la pretemporada, realizó un buen papel. El centro del campo no existía y las distancias entre jugadores eran grandes. Los laterales no acompañaban en ataque y las transiciones nunca llegaban a buen puerto.
El Liverpool, mientras tanto, superaba a su rival en posesión y ritmo. Carroll se mostraba intratable en el juego aéreo y Adam ponía el fútbol asociándose con un gran Downing. Las mejores ocasiones eran para los Reds, que, pese a todo, se encontraron, una y otra vez, con las maravillosas intervenciones de Szczeny.
El Arsenal, además de no ofrecer buena imagen, tuvo la mala suerte de cara, ya que Koscienly se lesionó al cuarto de hora. Ignasi Miquel, jugador español de tan sólo 18 años, sustituyó al zaguero francés.
Con el paso de los minutos, el dominio visitante fue intensificándose. Los hombres de Dalglish se sentían cómodos y no tenían miedo a la hora de proponer y crear. El Arsenal esperaba atrás y buscaba el contragolpe. Si este partido nos lo ponen hace un año, nadie se lo creería.
El 0-0 se mantuvo hasta el descanso, aunque el guión no cambió en la reanudación. El Liverpool continuaba siendo mejor y los nervios aparecían en un rival sin ideas ni imaginación.
Frimpong, imagen perfecta de la desesperación, y con amarilla desde los primeros minutos del partido, realizó un entrada durísima sobre Leiva y fue expulsado. El Arsenal se quedaba con diez a falta de algo más de veinte minutos... y Dalglish lo aprovechaba para meter en el campo a Luis Suárez y Meireles, que fueron suplentes.
Los locales tuvieron un arreón en el que tiraron de orgullo y casta para intentar desnivelar el marcador tras la roja a Frimpong. Primero Walcott y después Van Persie fueron los encargados de poner en aprietos a Reina, muy seguro durante todo el encuentro.
Aún así, el Liverpool, que pareció tomarse cinco minutos de respiro, volvió a la carga y encontró, de manera injusta, el premió que tanto había merecido. Luis Suárez, en fuera de juego, recibió un pase de Meireles, pero Miquel apareció, despejó... y el balón rebotó en la cabeza de Ramsey para acabar alojándose en el fondo de la portería. La mala suerte y el árbitro se cebaron con el Arsenal.
El tanto, que llegó a falta de diez minutos para el final, destrozó a un equipo londinense que no ofreció capacidad de respuesta. Además, Jenkinson se lesionó, ahondando en la desesperación Gunner.
Al final, victoria visitante y preocupación para un Arsenal que debe volver a sus inicios y demostrar que hay vida más allá de Cesc Fábregas.