El Valencia ejercía de local, llevaba el mando del encuentro y tuvo en diversas ocasiones la oportunidad de crear peligro a la portería del conjunto blue. Sin embargo, nada más que peligro y murmullo en la grada. Ocasiones aisladas por parte del conjunto blue que quería pero no podía ante un Chelsea que esperaba colocado atrás e intentaba crear peligro a la contra con un Lampard muy participativo en la salida de balón en el centro del campo inglés.
El planteamiento de Unai Emery surtía efecto, ya que los valencianistas dominaban levemente el choque y atrás no sufrían en exceso. En cambio André Villas Boas planteó un choque en el que control de la posesión sería para los valencianistas, intentando salir a la contra y encontrar a la zaga defensiva despistada.
Un primer tiempo en el que se repartieron el peso del juego, con periodos de dominio local y visitante, pero que no crearon serias ocasiones de peligro para ninguno de los dos porteros.
Tras el descanso ambos conjuntos mostraron sus cartas y salieron más enchufados buscando la portería rival. El Valencia seguía entrando por las bandas, mientras que el Chelsea salía con más asiduidad de su campo y de no ser por tres grandes intervenciones del meta brasileño Diego Alves los blues podrían haberse adelantado en el luminoso del coliseo valencianista.
El segundo tiempo dio una cara totalmente diferente al choque. Peligro claro en ambas porterías que hicieron que Mestalla despertara del letargo de los primeros cuarenta y cinco minutos.
Sin embargo, tanto fue el cántaro a la fuente que finalmente en el minuto 57 un balón suelto dentro del área sería rematado dentro de la red por Frank Lampard que no fallaba. Lampard respondió la confianza de André Villas Boas con el 0-1 favorable a los de Stamford Bridge.
La afición valencianista se impacientaba al ver como su equipo no acababa de resolver las ocasiones de las que disponía y comenzaban a sonar pitidos en alguna que otra ocasión.
El tramo final del encuentro fue de dominio valencianista.
El Chelsea no salía de su campo. Los cambios de Unai Emery en el segundo tiempo hicieron que el peso ofensivo del Valencia creciera y el peligro se instaurara fijamente contra la portería rival. Era el último empujón, era una situación contrarreloj que se vería resuelta en el minuto 86 con un gol de Roberto Soldado de penalti por unas clarísimas manos dentro del área de Kalou.
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