Lleva un montón de años trabajando para el Barcelona. No es conocido para el gran público, pero sí para los medios de comunicación que acuden al Camp Nou. Hasta el miércoles, Francesc Satorra era la persona que atendía a los periodistas en la zona de prensa del estadio blaugrana. Antiguamente, cuando esto de zona mixta sonaba más a camping nudista que a zona de trabajo en un recinto deportivo, Satorra era el que se acercaba a los periodistas que esperaban en la sala de prensa para apuntar con su bloc y su Bic los jugadores que la prensa deseaba entrevistar. Se le comunicaban, y él, se iba al vestuario del equipo y le pasaba la nota al delegado o al jefe de prensa.
Satorra siempre ha sido (y sigue siendo) un eficiente, simpático, educadísimo y gentil empleado de los de antes. Sin humos, sin ninguna ansia de protagonismo y que nunca se pondría una gorra. Está para ayudar y para no salir en la foto.
Pero la mala suerte y la imparable marea de las redes sociales ha acabado con su anonimato de un plumazo. Él sólo estaba cumpliendo con su trabajo, al lado del túnel de vestuarios para colaborar con inalámbricos de radios, fotógrafos y cámaras como de costumbre cuando el entrenador del Madrid se lanzó a por el ojo del segundo técnico del Barcelona en medio de una monumental tángana. Elegante, porque eso si que lo tiene Satorra, que haga frío o calor nunca dejará de llevar traje, quedó retratado en medio de la trifulca.
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