El empate llegó antes que la desesperación. Perotti mandó el cuero al área para que Pogatetz marcara en propia puerta a los 37 minutos, 14 después del gol del Hannover. La afición, estimada en 40 mil personas, se levantó y dio más fuerzas a un equipo que estaba en franca levantada tras la igualdad. Sin embargo, lo peor que le podía pasar al Sevilla ocurrió: el juez pitaba el final de la primera parte. El envión anímico fue abortado por el lógico paso de las agujas.
Sin cambios en ninguno de los dos equipos, el Sevilla arrancaba el complemento yendo a por la remontada. Pese a que el Hannover elegía no refugiarse, los de Marcelino llegaban a portería rival y seguían errando a la hora de la verdad. Zieler se lucía ante un remate de Perotti, y luego Escudé cruzaba demasiado un cabezazo a centro del buen Trochowski. La ocasión del defensa francés era clarísima, al tiempo que el partido ganaba en emoción. Al campo saltaba Manu del Moral, pues el ex del Getafe ingresaba para reemplazar al sentido Negredo.
Los españoles bajaban su intensidad y Pinto se tragaba el 1-2 que habría definido la serie en favor de los alemanes. Se acercaba el final del encuentro y el luminoso no se movía. Las estadísticas se modificaban sólo gracias a la gran cantidad de amarillas que el juez mostraba. Sobre los 75', Palop derribaba dentro del área a Schlaudraff y el árbitro no pitaba lo que habría sido justo: penalti para el Hannover. Enseguida, casi desnivela el Sevilla con otro autogol de Pogatet a centro de Trochowski. Seguía la historia 1-1 y la ilusión española, a falta de diez para el final, agonizaba.
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